Sunday, February 18, 2007





DIFICULTAD DE INTERPRETACIÓN DE LA REPRESENTACIÓN DE LOS ANIMALES


Por Fernando Winfield Capitaine


Lamentablemente, muchas especies animales desaparecieron del ámbito mesoamericano o están en vías de extinción, por lo que es necesaria la colaboración del biólogo a fin de reconstruir y/o esclarecer las características anatómicas y los hábitos de muchas especies, estudio que puede contribuir a arrojar mayor luz sobre las figuraciones que plasmaron los antiguos pueblos mesoamericanos en la piedra, la arcilla, el hueso, el metal y demás materiales empleados en la elaboración de sus objetos de arte, muchos de ellos perecederos tales como la madera, el papel y la piel de venado.
Ya Rubén Bonifaz Nuño (1985; El cercado cósmico. De La Venta a Teotihuacan. México. Fundación de Investigaciones Sociales, A.C., 1985. , ilus. 30, 30a, p. 56,57. Hombres y Serpientes. Iconografía olmeca. México. UNAM, 1989, láms. 74-77) ha contribuido ejemplarmente a demostrar lo útil que es conocer perfectamente a las especies que poblaron un hinterland anterior, aportando la presentación de estudios anatómicos de algunas especies, llegando a diferenciar a la serpiente del jaguar, que le ha permitido aclarar algunos errores de apreciación en los estudios arqueológicos, tales como la de pensar que el jaguar era el leiv motiv de los olmecas del periodo preclásico.
El ejemplo más dramático está configurado en el Altar de La Venta, en cuya parte superior se puede apreciar, en el contexto de la simetría bilateral, a una doble entidad que se mira de perfil frente a frente; de un supuesto jaguar, nace la lectura de una serpiente que mira a la otra.
Rubén Bonifaz Nuño en sus investigaciones iconográficas afirma que las primeras representaciones de la ceja de la serpiente aparecen en Teotihuacán, pasando a Cacaxtla; de ahí a las culturas del Golfo, para finalmente retomarla ya la cultura azteca, en la forma de un petate (comunicación personal de 15 de diciembre de 1990). Es decir, tenemos disponible una cambiante elaboración estética de más de 15 siglos, en torno a uno de los animales fundamentales de la civilización mesoamericana, la serpiente.
Otro trabajo reciente de Kent Reilly ("The Shaman in Transformation Pose: A Study of the Theme of Rulership in Olmec Art". EN: Record of the Art Museum. Princeton University, 48(2):4-21, 1990) acerca del chamán en su actitud de transformación, inscrito en el tema del gobierno en el arte olmeca, descifra la naturaleza zoológica de una antigua representación iconográfica en varios monumentos de Chalcatzingo, Cuenca alta del río Balsas, Juxtlahuaca, San Lorenzo, Teopantecuanitlán y del estado de Veracruz, llegando a la conclusión de que se trata del sapo Bufo marinus.
Un trabajo reciente de mi amiga Merle Green Robertson ( "The Celestial God of Number 13". IN: Triptych (52):26-31, September/October 1990.) sobre el Dios Número Trece, ofrece la posibilidad de relacionar al animalito representado como un hipocampo o caballito de mar.
Casi todas las representaciones de dioses de la lluvia o Chac presentan el elemento ceja que los vincula a reptiles, como puede apreciarse en las esquinas de los ejemplos arquitectónicos del estilo Puuc de la península yucateca (véase al respecto Chichén Itzá y Uxmal, entre otros sitios). Un notable ejemplo de una entidad reptilínea que representa a Cicpactli o Itzmaná está en el disco de oro (Post Clásico Temprano) recuperado del cenote sagrado de Chichén Itzá ( Karl A. Taube, Itzam Cab Ain: Caimans, Cosmology, and Calendrics in Postclassic Yucatán. Washington, D.C. Center for Maya Research, August (Research Reports on Ancient Maya Writing,
26‑27), 1989.
Taube, 1989:6). Debe recordarse que para el pensamiento mesoamericano la tierra estaba sostenida por un gran lagarto. En náhuatl recibía el nombre de Cipactli. El borde exterior del disco muestra por sus cuatro lados a dicha entidad y en la parte inferior al caimán identificado por Taube.

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