Thursday, November 16, 2006


EL TRIBUTO DE LOS NEGROS, MULATOS Y LIBRES EN CORDOBA, 1786

Por Fernando Winfield Capitaine


RESUMEN
Un padrón levantado en la jurisdicción de Córdoba en 1786, nos permite asomarnos a las diferenciaciones de actividades económicas, estado civil, composición de la familia, edad y residencia de la población de origen africano, estamentada en sus distintas castas.

EL PADRON
El 1 de abril de 1786 se terminó el censo o padrón de negros, mulatos y personas libres de la jurisdicción de la villa de Córdoba,
[1] a efecto de tasarlos en el pago del tributo, según Real Provisión de primero de marzo de 1784[2] . El referido listado nos permite conocer una serie de cualidades presentes en el estudio etnohistórico de la población de origen africana en una jurisdicción de la parte oriental de la Nueva España, en este caso, la de Córdoba y su Villa, en el actual estado de Veracruz, México.
El criterio principal del censo consistió en poner los nombres de los tributarios arreglados por área,
[3] iniciándose este con la villa de Córdoba, siguiendo con los ranchos y haciendas cuyo orden de aparición es el siguiente:
1. Rancho de sembrar tabaco en el del camino de los Romeros.
2. Rancho de San Juan Buenavista.
3. Rancho de la mojonera de La Llave, tabaquero.
4. Rancho del tabaco del padre Leyvas.
5. Rancho de Venta Parada.
6. Rancho de don Javier Ajamil.
7. Rancho de La Peñuela.
8. Rancho de San José Buenavista.
9. Rancho de don Manuel Gutiérrez.
10. Rancho de don Juan González.
11. Rancho de don Francisco Rodríguez.
12. Rancho de don Francisco Pérez.
13. Hacienda de labrar azúcar, El Cacahuatal.
14. Hacienda del Rosario de la Llave.
15. Trapiche de San Miguel.
16. Hacienda de San José de Las Lagunas.
17. Hacienda de San José de Gracia.
18. Hacienda de Monte Blanco.
19. Hacienda de Santa Ana.
20. Hacienda de San José de Tapia.
21. Hacienda de San Juan Bautista Zacatepec
22. Hacienda de Ojo de Agua de Segura.
23. Pueblo de la Jurisdicción de Santa Ana Atzacan.
24. Pueblo de San Francisco Chocamán.
25. Pueblo de San Juan Coscomatepec.
26. Rancho de Tacotla.
27. San Antonio Huatusco.
[4]

CARACTERISTICAS
La circunstancia de que población de origen africano sea considerada para integrar una lista de contribuyentes, sujeto de impuestos, revela que su actividad económica es independiente, es decir, no ligada a un dueño, y que goza de derechos en cuanto a su libertad de persona y de ocupación, limitada esta última, claro está, por las restricciones legales que impuso el estado colonial español en cuanto a no ocupar determinadas posiciones laborales en la Nueva España y el resto de América hispana, tales como el sacerdocio, las profesiones liberales y algunos altos rangos de la milicia.
Las ocupaciones de los pobladores nos permiten hacer una reconstrucción de las actividades económicas tanto de la región como de los poblados, ranchos y haciendas, al menos de manera parcial por el año en que se levantó la estadística tributaria.
La suma arrojó un total de 102 tributarios, de los cuales 1 estaba ausente, 51 estaban casados con mulatas, 2 con española, 3 pidieron excepción por estar "mancos" o por enfermedad, 4 casados con mestizas, 4 con indias e indios, 1 con esclava, 4 viudos, 2 viudas, 26 solteros y 3 solteras.
Se mandó que pagara cada tributario entero a razón de 2 pesos, y 4 reales de servicio real; el viudo o soltero un peso. En cuanto a la paga de las viudas, doncellas y solteras, se recomendó que se observara lo resuelto en el Auto del 1o. de marzo de 1784 (véase nota 2).

Estado civil
Después del nombre, el estado civil constituye la segunda entrada de información en el listado. Los patrones matrimoniales citados revelan que un mulato estaba casado con española; 8 mulatos con mestizas; 7 mulatos con indias y 3 indios con mulatas; para un total de 21 parejas. Los patrones matrimoniales ilustran cómo para esta época hay mayor apertura en la selección de la pareja.

Edad
En la mayoría de los casos, se registra la edad en personas menores de edad o aquellas ancianas que están libres del tributo. Después de los 50 años, los individuos estaban exentos del pago de la contribución, como puede apreciarse en el caso de Ana Josefa, soltera, a la cual se dijo "se le dió reserva" (folio 1 frente).

Ocupación
Este es uno de los más importantes criterios de reconstrucción económica que muestra el Padrón. Al respecto se advierte que la actividad predominante es la de tabaquero
[5] con 45 casos; le siguen los arrieros con 18 individuos; labrador, 13 personas; leñero, 10 individuos; cañero, 5. Si clasificamos por actividades notamos que en la agrícola están implicados 66 tributarios, en la pecuaria 4, en la rama de artesanías 7, en la industrial 3, en la de servicios 23, doméstica 3 y recolectora 10 tributarios. Para una visión general véase el apéndice 1.
No siempre la actividad del hijo fué la misma que la del padre; Pedro Falcón fue sastre, en tanto que su hijo Ignacio Falcón practicó la carpintería. Nicolás Amador se desempeñaba como Mayoral; su hijo Calixto José fue vaquero. Feliciano Reyes era mayordomo del rancho de La Peñuela mientras que su hijo Juan de los Reyes fue tabaquero.
El negro Gaspar de los Reyes era tabaquero en la Hacienda de El Cacahuatal. Cuatro mulatos eran tabaqueros en la hacienda de San José de Gracia.
A partir de los listados es posible reconstruír la dominancia de determinados parajes en la actividad económica. Así, el cultivo del tabaco predominaba en el rancho de la mojonera de la Llave, en el del padre Leyvas, Venta Parada, rancho de don Javier Ajamil, La Peñuela, San José Buenavista, rancho de don Manuel Gutiérrez, rancho de don Francisco Rodríguez, hacienda de San José de las Lagunas, hacienda de San José de Gracia (hoy San José de Abajo).
La hacienda de El Cacahuatal explotaba la caña de azúcar, pero una pequeña extensión de ella era cultivada con tabaco por el negro Gaspar de los Reyes.
La hacienda del Rosario de la Llave indica la existencia de ganado y de tabaco.
La hacienda de Monte Blanco estaba dedicada a la agricultura, probablemente maíz y frijol.
La hacienda de Santa Ana estaba convertida en explotar la caña de azúcar, al igual que la de Ojo de Agua de Segura.
La hacienda de San José de Tapia combinaba la explotación de la agricultura y la silvicultura siendo este último giro el más importante, a juzgar por el número de personas implicadas en la ocupación de leñero.
La hacienda de San Juan Bautista era ganadera, a juzgar por que todos sus tributarios declararon ser arrieros.

Casta
Son limitados los nombres asignados a las castas en esta época de creciente liberalización de la sociedad y la cultura. A diferencia de las escrituras notariales en las cuales puede verse la amplia terminología racial empleada para designar a la población de origen africano y sus mezclas, en el Padrón sólo se anotan: española, indio(a), moreno, mestizo(a) mulato(a), negro
Una de las características de las castas consiste en que las ocupaciones pasan de padres a hijos; los ejemplos anteriores muestran que en rigor no fué así. Básicamente se desempeñan en el mismo trabajo pero con variables (sastre/carpintero; mayoral/vaquero; mayordomo/ranchero/tabaquero).
A pesar de que en muchas entradas no se refiere la casta de numerosos individuos, al final del Padrón puede leerse que hay 970 negros y mulatos tributarios en toda la jurisdicción de la villa de Córdoba. Prójimos (los que no eran de color): 11 niños, 71 prójimos, reservados (exentos) 5, viudas 1, solteras 9 (folios 9 vuelta a 10 frente).
NOTAS
[1]. El documento original se encuentra en el Archivo Municipal de Córdoba, Inventarios, volumen 16, expediente 7, 1° de abril de 1786 y lleva por título "Negros, y mulatos, libres de toda esta jurisdicción de la villa de Córdoba, que pagan tributo en dicha villa".
[2]. Auto: Ante mí Rodrigo Antonio de la Vega, escribano de la renta. En la ciudad de México a primero de marzo de mil setecientos ochenta y cuatro. Los señores presidente, regente, y oidores de la Audiencia Real de la Nueva España. Habiendo visto el expediente formado a consulta del Corregidor de la ciudad de Querétaro, Don Juan de Villalba y Velazquez, en veinte y nueve de junio del año pasado de setecientos ochenta y uno, sobre que las viudas, doncellas, y solteras mulatas de aquella jurisdicción, cargadas como tributarias en las últimas matrículas, no han pagado en tiempo alguno dicho real derecho. Los informes hechos así por el contador de tributos, como por el oficial mayor de la contaduría de Real Hacienda. El que formó el relator de esta Real Audiencia, en catorce de agosto último, con presencia de las principales jurisdicciones de esta gobernación, y según la constancia que le administra su antigua práctica, y manejo de negocios de esta naturaleza. Lo pedido por el fiscal de su Magestad en respuesta de treinta de septiembre de ochenta, y uno, diez de julio de ochenta y tres, y catorce de febrero de el corriente, cerca de que se declare, que generalmente deben tributar las mujeres negras, y mulatas o de otras castas tributarias, expidiéndose a el efecto las órdenes correspondientes a todas las justicias en los términos que propone en la última citada de catorce de febrero, con lo demás que contiene, es el expediente, y ver convino, Dijeron que teniendo presente lo que resulta de las cuentas, que se han reconocido, y de este expediente, y principalmente de la variedad en cuanto a la paga del tributo de las negras, y mulatas viudas, y solteras; pues en unas jurisdicciones se advierte haberlo satisfecho, y en otras no. Mandaban, y mandaron, que por ahora en ninguna de ellas se innove en lo que se ha observado, y que consiguiente a esto en las partes donde constare, que el real Fisco está en casi posesión de cobrarlo, y dichas contribuyentes hayan acostumbrado pagarlo, así se observe en lo sucesivo; y que de ninguna manera se cobre ni exija de ellas en las que no hubiere esta costumbre, ni aquella casi posesión. Y para que con presencia de esta declaración, se proceda en las matrículas, y cuentas, que de nuevo se formaren, y los Alcaldes mayores, y apoderados fiscales, cuiden de su observancia, y cumplimiento. Mandaban así mismo que a continuación de las Reales Provisiones que se expidan para su formación, se ponga por uno, y otro oficio (a cuyo fin se les haga saber) copia certificada de esta determinación, y que se de cuenta a su Majestad con testimonio por duplicado, recomendado el informe del contador general de tributos de tres de junio de ochenta y tres. Y asi lo proveyeron, y fabricaron, señalado con las rúbricas de los señores Regente Herrera, y Oidores, Villa Iurutia, Algarin Luyano, Galdeano, Urizar.
José de Huidobro. (Op. cit. folios 10 vuelta a 12 frente).

[3]. Similar disposición de orden se dió dos años más tarde cuando se realizó en la zona un Censo general de ranchos y haciendas. Véase al respecto Fernando Winfield Capitaine, "Población rural en Córdoba, 1788", en LA PALABRA Y EL HOMBRE. Revista de la Universidad Veracruzana. Jalapa. Nueva Epoca, Número 30, páginas 64-72, abril-junio de 1979.
[4]. Para conocer un mapa de la región véase Adriana Naveda Chávez-Hita, "Esclavitud en Córdoba: composición y distribución racial, 1788", pág. 290. EN: Jornadas de homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrán. Veracruz. Instituto Veracruzano de Cultura, 1988.
[5]. Como se recordará, la jurisdicción de la villa de Córdoba fue privilegiada con el monopolio o Estanco Real del Tabaco. A fines del siglo 18, la caída de los precios internacionales del azúcar impulsó definitivamente la explotación del tabaco, que ocupa mano de obra familiar y que mejoró substancialmente el estilo de vida de la población de color. Todavía en época reciente, el cultivo de pequeñas áreas de tabaco en zonas cañeras se da de manera regular y consistente. Al tabaco se le considera como una planta que requiere similares cuidados y atenciones que a un bebé; es más se le da similar trato a la planta por parte de las mujeres.

Monday, November 06, 2006

RICARDO GÓMEZ. NOVELA HISTORICA
Fernando Winfield Capitaine
6-Nov-06
I
ÉPOCA PREHISPÁNICA
-Ésta tierra gris clara es prodigiosa: si la cuidas esmeradamente, da dos cosechas al año. Y es más, si combinas cuidadosamente los cultivos, alternándolos con otras especies, tardarás en abrir otro claro en la selva para destinarlo a alimentar a los dioses, sacerdotes y tu familia –dijo Naku a su hijo Tek.
-Tuvimos suerte en que los antepasados hayan escogido estas tierras para que nuestro grupo creciera.
-De acuerdo a lo que nos dicen nuestros mayores, tardaron mucho siglos la peregrinación. Nuestro pueblo deambuló por tierras hostiles a la naturaleza y en ocasiones con grupos que ya estaban asentados anteriormente. Prácticamente fuimos los fundadores, aunque se han visto restos de otros hombres que seguramente han de haber vivido aquí antes que nosotros. Sólo cavando muy profundo encuentras restos de metates, cacharros y hasta huesos.
-El otro día me dijiste que por el río, ¿verdad?
-Así es, como a unos 400 metros de la ribera; decisión inteligente pues cuando llueve demasiado en la montaña, el río se desborda con la corriente impetuosa y atronadora que llega sin dar aviso, inundando mucho terreno.
-El tiempo de nuestros antepasados ha de haber sido de felicidad, sin preocupaciones, sin dominación de otros grupos.
-Algo hay de eso, pero a su vez, cuentan los viejos que personas del oeste vinieron a nuestras tierras a imponer tributo después del resultado desfavorable que tuvimos en algunas batallas. Trajeron otra lengua y otros conceptos religiosos; sin embargo, respetaron a nuestros dioses. Ellos, por su parte, se llevaron algunas de nuestras deidades, por lo que el intercambio fue benéfico para las dos partes.
Todas estas palabras se habían dicho en lo alto de un elevado promontorio desee el cual se dominaba una vista panorámica, sólo entorpecida hacia el norte por lo denso del follaje que impedía traspasar la mirada más allá de los 300 metros. Al sur se extendía el manto esmeralda del océano, vislumbrado a 9 kilómetros. Rumbo al este, la corriente serpenteante del río formando meandros de figuras de figuras caprichosas al son que el tiempo le había marcado el rumbo de la fuerza alimentadora de las aguas. Pequeños macizos de bosque habían prosperado en las isletas, con pequeñas comunidades de la fauna más variada. Un concierto de sonidos que sólo un nativo podía desentrañar e identificar a sus emisores. Por el oeste, las verdes praderas llenas de maíz y como vigilantes y controladores de la humedad, pequeños macizos de elevaciones de tierra donde no había llegado la mano del hombre.
Habían caminado diez minutos para llegar a este punto panorámico que invitaba a la reflexión sobre sí, sobre la aldea, los problemas domésticos. Un fresco aire llegaba hasta los pulmones avivando vigorosamente el pensamiento. La planta del pie desnudo en contacto con la tierra, daba esa sensación de la ubicuidad exacta en el mundo, la seguridad personal de que se sabe lo que se quiere, lo que se hace.
Padre e hijo hermanados por propósitos comunes. En medios difíciles la dependencia de unos con respecto a los otros se hacendar. El juego de todos los sentidos para percibir adecuadamente el entorno. Tiempos de necesidades elementales, proveer a la familia, lo demás es accesorio. Claro que primero están las obligaciones colectivas; cumplidas, el esfuerzo se encamina al bienestar de la familia; la conversación ante el fuego trepidante de la leña.

II
SIGLO XIX
La prolongada sequía había teñido los campos de color ocre; los débiles vientos procedentes del Mediterráneo levantaban una fina capa de polvo que sumado a la humedad de los cuerpos, formaba una masa pegajosa que hacían inútiles las prevenciones que se desearan tomar en contra. Varios animales domésticos habían fallecido; sus osamentas bruñidas por el sol semejaban reflejos en lontananza; muchas esperanzas habíanse derrumbado ante el paulatino sucumbir por falta de pastos. Las ceremonias religiosas, siempre motivo de fiesta, habían sido retrasadas con la expectativa de que la llegada de las lluvias retornaran el verdor a los campos; bautizos, matrimonios tenían que ser aplazados. La liturgia, sin embargo, seguía su rutina ineludible, cumpliendo exactamente el calendario marcado por los siglos. No faltaban quienes aseveraran que las calamidades aparejadas a la sequía debían interpretarse como un castigo a las desviadas acciones de algunos que se apartaban de los caminos que indicaba la ley cristiana. Se acudía a los ancianos para rememorar situaciones parecidas en el pasado. Sí, ya habían ocurrido no sólo sequías, el cólera de 1831 que fue extendiendo paulatinamente su manto sombrío de exterminio; en algunas familias se contaban de uno a dos sobrevivientes. No alcanzaban las carretas para llevar la mortal carga al camposanto. Largas jornadas para abrir las fosas. Llanto general y miedo a la infección caracterizaron esos días. Las guerras napoleónicas con su secuela no únicamente de muerte sino de destrucción. Terremotos que sorprendieron en el alba a los comarcanos. Pero los males actuales siempre son mayores que los del pasado de los que sólo queda el recuerdo en unos cuantos. ¿Exageraciones de los viejos cuya mente todo lo magnifica?
Los pocos comerciantes de la villa habían cerrado el crédito a la población. No era sostenible una situación que ya duraba los 18 meses; ellos, a su vez, también dependían del avituallamiento de proveedores mayores; muchas mercancías eran a asignación. No podían poner en riesgo el capital largamente acumulado por el esfuerzo de hasta tres generaciones.
Las visitas de los terratenientes cada vez fueron mas escasas. Durante el verano la villa se sacudía de su rutina con la visita de las familias pudientes que organizaban tertulias y reuniones con invitados de la ciudad. Traían las novedades de una moda que, no obstante, era inaccesible al resto de los habitantes, pero que tras la máquina de coser, el ingenio de las matronas imitaba fehacientemente los cortes venidos de las grandes tiendas urbanas. En el actual verano, los destinos de la hacienda estaban en manos de los mayordomos; las partidas monetarias habían sido magras, poniendo en peligro la estabilidad señorial. Hubo que echar mano de los pocos semovientes que quedaban y algunas herramientas gastadas por el uso intensivo, para cubrir en parte las cada vez crecientes rentas que íbanse acumulando sobre la conciencia de los labradores.
Aparte del calor, el verano fue aletargado; no hubo las celebraciones de antaño; la vida social giró exclusivamente en pláticas en torno a la llegada de las primeras lluvias en el mezzo giorno. Los pozos llegaban al fondo en su nivel. En vano intentar cavarlos con mayor hondura, sería esfuerzo dilapidado. La escasa agua disponible se racionaba. El intercambio de la comunicación que estaba a cargo de las mujeres en el río, acompañada del golpe de la ropa en las piedras, se canceló. Los graneros familiares ya estaban agotados desde hacía dos meses.
Calladamente, los varones mayores iniciaron una migración hacia el norte, buscando los contactos que hicieran posible aunque fuera temporalmente, cambiar de residencia. El mediodía italiano, sumergido por los siglos en la precariedad notaba signos que ésta iba agudizándose progresivamente, al paso de las semanas, días, horas. Atrás quedaba el padre, la abuela, la madre, los hermanos menores; el primogénito quedaba a cargo de abrir la brecha hacia horizontes si no luminosos, cuando menos que aseguraran el aplacamiento del hambre, pues atrás de ella venía la enfermedad, tal y como se veía ocurrir entre los animales domésticos. Una pieza de pan y un trozo de salami acompañaban al viajero que tenía enfrente una larga caminata de cinco días para llegar al pueblo menos castigado por la desolación que el tiempo había marcado al sur como seña indubitable de los extremos de la naturaleza y cómo el hombre es la víctima repentina de situaciones que en la mentalidad sencilla de esta gente está fuera de su alcance comprender como lo es la sequía. Los famosos elementos que son actores que pesan y gravitan sobre la fragilidad de la condición humana. El empequeñecimiento paulatino de los trozos del universo conocido provocan una congoja que es entendible solo entre aquellos que lo viven. El último punto que se pierden en el horizonte es la forma familiar del campanario del templo. Cuando se hunde en la línea de la última colina, la sensación de desgajamiento con la tierra se completa. Adelante, el camino a veces familiar en las pequeñas excursiones de la infancia, algo a lo que siempre se puede regresar. Pero en esta ocasión, se percibe la esencia de que quizá los pasos no tengan retorno.

...
Tanto el gobierno italiano como el mexicano hicieron posible la oleada de migrantes allende los mares. Llegaron a la parte conocida como El Cristo, en cuyo punto mas cercano irá a constituirse la población de Gutiérrez Zamora. El trabajo de los colonos y su aplicación a la agricultura, ganadería y comercio, pronto harán de la población una comunidad próspera, a la que se integrarán franceses y españoles.
En este contexto nace Ricardo Gómez, a fines del siglo XIX.
Martes 19 de Marzo de 2002
RICARDO GÓMEZ LAFARJA. Una historia de familia
Fernando Ricardo Winfield Capitaine
“Siempre que muere un hombre justo, tiembla la tierra” (Salmos)

A mi Padre, con cariño, y en cumplimiento de una promesa. In memoriam.

A mi tía abuela, Wistana Lafarja Ortiz, mamá de Ricardo, In memoriam.

El día de San José (domingo 19 de marzo) del año de 1922, sopló un fuerte viento del norte que obligó a la Capitanía de Puerto, como es costumbre, cancelar las salidas de las embarcaciones en el puerto de Veracruz. El paileboat “María de los Ángeles” que había zarpado del puerto de Nueva York días antes, se aproximaba a atracar en el puerto de Gutiérrez Zamora. Sin embargo, el Capitán o Patrón de la nave, Lucio Mora, originario del puerto de Alvarado, en vez de buscar refugio en su puerto de destino, lo que era obligado y lógico, se desvió hacia su ciudad natal para poder lucir ante sus coterráneos su pericia como navegante, poniendo en riesgo la vida de sus pasajeros y el barco, lo cual en efecto sucedió. El motorista era Armando Lara.
Tal decisión fue fatal pues el paileboat naufragó víctima del violento aire del norte frente a las costas de Alvarado. Uno de los tantos pasajeros era Ricardo Gómez-Ríos Lafarja y el señor Sloan, quienes habían abordado la embarcación en Nueva York. La totalidad de los viajeros perdieron la vida. Ricardo quizá tuvo un presentimiento pues no quería hacer el viaje pero el hermano de su socio, el señor Sloan, deseaba fervientemente conocer a Veracruz y Gutiérrez Zamora, población en donde estaba una sucursal de la empresa exportadora de vainilla que poseía en sociedad con Ricardo. Obligado moralmente con su socio, Ricardo emprendió el que sería el último viaje de su vida, en plena juventud, pues contaba con 28 años de edad.
Mi Padre (q.e.p.d.) Fernando Winfield Mata recibió la promesa de Ricardo cuando se vieron por última vez en Gutiérrez Zamora (mi padre tenía 17 años de edad y Ricardo 28):
“Fernando, en el próximo viaje te llevo a Nueva York”. Cada vez que la hoja del calendario de cada año llegaba al día de San José, mi padre se conmovía y guardaba una profunda tristeza en recuerdo de ese fatídico, para toda la familia, día 19 de marzo
Gutiérrez Zamora era una importante puerto fluvial a principios del siglo XX, con intensa actividad comercial. Fundada por colonizadores italianos en el siglo XIX en la época del presidente Manuel González, compadre de Porfirio Díaz, quien le presta la presidencia a su compadre por una sola ocasión para retomarla y estar en el poder casi 30 años, hasta que salió en el exilio a París en el buque “Ipiranga”.
En Nueva York estaba la matriz de la Compañía “Gómez and Sloan, Inc., Importers of Vanilla Beans”, con dirección en el número 244 de Water Street; otra sucursal estaba en la Ciudad de México. Se anunciaba como Vanilla Mexicana, Comores & Madagascar. El logo de la compañía era una mujer indígena totonaca de perfil, encuclillada, que sostenía horizontalmente con los dos brazos un platón del cual sobresalía un mazo de bejucos de vainilla, conteniendo probablemente cincuenta vainas que era la medida de embarque, y recostada una flor de la planta; todo ello enmarcado en una pirámide arqueológica como fondo, rodeada en su base de xicalcolliuhqui, símbolo del viento en los pueblos indígenas precortesianos, y nombre de un basamento piramidal en la zona arqueológica de El Tajín.
En su tiempo (la década de los años diez y principio de los años veinte del siglo XX) la compañía comercializaba el 95 % de la producción de vainilla de la zona de Gutiérrez Zamora, San Rafael y Papantla. Hay una fotografía en la cual Ricardo está en la oficina de Nueva York y aparece mirando con una sonrisa hacia la cámara; junto hay otros personajes, quizá uno de ellos sea el socio de Ricardo, el señor Sloan; junto a Ricardo está quizá la que fue la última imagen de su compañero de viaje, el hermano de su socio.
Lamentablemente, un retrato de Ricardo se perdió en una tempestad; recuerdo que en dicha fotografía aparece en tres cuartos de perfil, con traje obscuro a rayas, chaleco, camisa con solapas redondeadas conteniendo una corbata ancha y sonriendo con su mirada diáfana de ojos claros y su pelo ondulado Sin embargo, hay otro retrato que la tía Concha (prima hermana de Ricardo) conserva y que prometió buscarlo: es el tío Ricardo cuando salió del Colegio en Puebla y está acompañado de sus condiscípulos, de sacerdotes y del Obispo de la Ciudad de los Ángeles. La búsqueda sigue pues varios documentos y fotografías estaban en un antiguo ropero que fue atacado por la polilla; dicho ropero fue a parar a las manos de mi abuela Betzabé. Las tías Lala y Concha recuerdan que todos esos papeles estaban enrollados en un pantalón azul pero tienen que revisar varias cajas para localizarlo (comunicación del 21 de febrero de 2002).
El otro retrato de Ricardo, grande de tamaño, se cayó de su sitio en la pared de la casa de la tía Wistana en el momento preciso en que Ricardo fallecía frente al puerto de Alvarado, pues esa noche se cayó y se hizo añicos, como avisándole a su madre que moría. Poco después llegó como un relámpago la noticia a Gutiérrez Zamora, pues como dice el adagio popular, las malas noticias llegan pronto. Luego, hubo un relato del desastre por el único sobreviviente, el negro cocinero al que le salvó la vida Ricardo en el naufragio. Poco después iría la Tía Wistana Lafarja viuda de Gómez, acompañada de Francisco Ortiz y Cipriana Ortiz, sus primos, a Nueva York, haciendo escala en La Habana, a recoger las pertenencias de su amado hijo. Ellos eran hijos de Francisco Ortiz y de Ramona.
El fuerte oleaje del norte de San José no fue óbice para que Ricardo se mantuviera a flote en una tabla o algo que flotaba y colocó al cocinero del paileboat arriba de ella, pues curiosamente, el cocinero no sabía nadar. Ricardo era un joven atleta y gran nadador y empezó a nadar en el mar embravecido por el violento viento norte rumbo a la playa de Alvarado. Anteriormente se había hundido un barco a dos kilómetros de la costa de Tecolutla y Ricardo se lanzó al agua con un cable que sujetó por la boca; nadó la distancia y ató al barco hundido por la quilla para que desde tierra se realizaran las maniobras de arrastre y recuperación.
Ya estaba avanzada la noche cuando el cocinero volteaba a ver frecuentemente a Ricardo dentro del mar embravecido para animarlo y decirle que ya se veían próximas las luces de la ciudad; cuando en otra ocasión voltea el cocinero se percata que Ricardo había desaparecido en el mar, no sabemos si agotado por el esfuerzo o por acción de algún tiburón; el cocinero llegó a la costa y sobrevivió para platicarlo. La tragedia conmocionó a la población ribereña de Gutiérrez Zamora donde Ricardo era ampliamente conocido y estimado. Así empezó la leyenda de Ricardo Gómez-Ríos Lafarja que estoy rescatando en este texto.
Otra versión de la muerte de Ricardo la da la tía Concha en el sentido de que después de salvar al cocinero, Ricardo regresó a tratar de rescatar al Capitán del barco que imploraba auxilio, pero a Ricardo se le agotaron las fuerzas y el oleaje lo estrelló contra los acantilados. El cuerpo nunca apareció.
El sábado 9 de febrero de 2002 marqué el número telefónico de mi amigo Ángel Jesús Hermida Ruiz, originario de Alvarado y hombre culto, para preguntarle si él sabía algo sobre el naufragio. Me dio el número telefónico del Profesor Marcelino Ramos Hernández quien fue Cronista de la Ciudad de Alvarado y vive en Xalapa con su hija. Hablando con éste me dijo que él recordaba vagamente lo del naufragio pues tenía 5 años de edad.
Dice que leyó en un periódico local llamado “Patria”, por la década de los años cuarenta, un artículo de Luis T. Carmona, que hacía una recreación literaria sobre un naufragio que no tiene nada que ver con el hecho histórico del naufragio del “María de los Ángeles”.
Me confirmó lo que mi padre me contaba de su primo hermano desde que yo era niño. Le pregunté al Profesor Marcelino qué fue lo que más le impresionó de la tragedia y me dijo que fue el hecho de que sólo sobrevivió el negro cocinero. Le dije que la persona que lo había salvado fue mi tío Ricardo Gómez-Ríos Lafarja. Me prometió que iría a Alvarado el 24 de febrero a investigar en la Capitanía de Puerto.
La pena de su madre, Wistana Lafarja Ortiz, fue enorme. Años más tardes Wistana volvió a casar con un señor de apellido Arce del que posteriormente enviudó. Pasó el resto de sus días en el rancho “San Ricardo” de Gutiérrez Zamora hasta que falleció por el año de 1956. Wistana era media hermana de madre de Betsabé Mata Ortiz, mi abuela paterna.
Ricardo trajo de Nueva York en viaje anterior, en 1921, una máquina de escribir Underwood, un dechado de tecnología para la época; todavía funciona. Me la regaló mi papá y está en mi casa; a su vez, se la había dado mi tía Wistana.
También, una caja fuerte Mossler de puro acero que yo manejo y que también me regaló mi papá. Es complicada su apertura pues la “pera” tiene once combinaciones y un truco para poder abrirla. Hay que agregar a todo ello que casi se borraron todos los números de la “pera”, de tal manera que siempre le tengo que pedir ayuda a mi hermana Allyn Celestina para poder abrirla.
Hay un sillón mecedor en la sala de la casa de mi papá, que perteneció a la tía Wistana.
Son los recuerdos materiales que perviven de él. Anda por ahí un secante de tinta con el logo de la empresa y una fotografía de grupo. La tía Lala conserva una cama de madera de 90 años en la que dormía la tía Wistana, y una mesa de porcelana que servía de lavamanos.
Recién finalizada la Primera Guerra Mundial, en 1919, Ricardo llegó a París para luego dirigirse a Marsella, con el objetivo de fundar una sucursal de “Gómez and Sloan”. La vainilla era un producto de exportación para el mercado europeo, especialmente en Francia donde se utilizaba su esencia para el preparado de dulces y pastelería. Estaba preocupado porque no sabía francés pero no tuvo problemas para comunicarse pues París estaba lleno de soldados norteamericanos, al igual que Marsella. Seguramente Ricardo anduvo por los alrededores del fuerte San Nicolás, una fortaleza amurallada que contempla el mar Mediterráneo, que inició su construcción en 1680 por orden del rey Luis XIV, y también por la estación de trenes. El fuerte San Nicolás tiene en el fortín de su cúspide un monumento a los soldados caídos; el texto que puede leerse en una placa de mármol es impresionante; creí que más o menos decía así: “A los muertos por la Patria. Lo que ellos hicieron perdurará en nuestros corazones y siempre serán recordados por su heroísmo” (cito de memoria). Pero quiero confirmarlo; le pido a Ana María las fotografías de Marsella y puedo citar a la placa de mármol, pues la tengo ya a la vista:
A NOS MORTS
QUI, SUR TERRE, SUR MERE, DANS L’AIR
ONT ACCRU LA GLOIRE DE LA FRANCE AUX JOURS HEUREUX
SAUVÉ SON HONNEUR AUX JOURS SOMBRES
SANS JAMAIS DESESPERER DE SON DESTIN
que al español significa:
A NUESTROS MUERTOS
QUIENES, SOBRE LA TIERRA, SOBRE EL MAR, EN EL AIRE
HAN ACRECENTADO LA GLORIA DE FRANCIA EN LOS DÍAS DICHOSOS
SALVANDO SU HONOR EN LOS DÍAS SOMBRÍOS
SIN QUE JAMÁS DESESPERARAN DE SU DESTINO
El fuerte San Nicolás es una mole impresionante de piedra; todavía conserva un gran cañón dirigido hacia el mar. Las necesidades de circulación en Marsella lo han taladrado en su porción extrema sur para hacer un túnel por el que atraviesan los automóviles. El fuerte es visitado ocasionalmente por los turistas y parejas de novios mientras que la brisa mediterránea sopla en todo su esplendor por su parte alta.
Hay además en Marsella un monumento bellísimo dedicado a los marineros en donde una madre abraza a su hijo caído (María y Jesucristo) en el mirador de la iglesia de Nuestra Señora, según me dijo mi hija Ana María.
En Génova, Italia, la estatua del Almirante Cristóbal Colón, también mira hacia el mar. Mi amigo Mauricio Arredondo Álvarez. me hizo recordar que en Barcelona también hay un monumento de Cristóbal Colón mirando hacia el mar (comunicación personal del 21 de febrero de 2002, 23 horas). Efectivamente, está al inicio de La Rambla y lo disfrutamos el día domingo 25 de marzo de 2001 Ana María y yo.
Fuimos a Marsella en abril de 2001 con el único propósito de recorrer los pasos del tío Ricardo. Mi compañera de viaje y de la mayor parte de mi vida, mi esposa Ana María, transitó estoicamente el largo camino por tren Barcelona-Marsella. La cuestión se complicó pues tuvimos la mala suerte de que al entrar a territorio francés desde España, ese día estalló la greve (la huelga) de los trabajadores de los trenes.
Al llegar por fin y bajar en la Gare Saint-Charles (nombre de la estación de trenes), después de un trasbordo complicadísimo, un taxista nos miraba displicentemente hasta que lo convencí para que nos llevara hasta el New Hotel, situado en una colina de la ciudad, donde nos hospedamos. El equipaje que llevábamos superaba ya los 80 kilos; una verdadera pesadilla; a cada rato nos repetíamos la frase de nuestro hijo Fernando Noel, “ligeros de equipaje”, sí, cómo no; sólo faltaba que viajáramos con el perico.
El New Hotel recibe a muchos turistas, especialmente estadounidenses. Su restaurant es muy caro y el servicio va de regular a pésimo; la cocina no es de lo mejor, pero tenía tanta hambre y estaba tan estresado por el cansancio del largo viaje, que me tomé dos Cinzanos y pedí un filete; una vez que me llevé a la boca y comí el primer trozo, recordé el problema de las vacas locas; ¡tantos días en Europa y cómo se me fue a olvidar que no debía yo consumir carne de vacuno! Me encomendé a Dios Nuestro Señor esperando que no me tocara la encefalitis espongiforme o algo llamado así; fue la primera y única vez que comí vacuno en cerca de dos meses que transitamos por el Viejo Mundo.
El pequeño bar integrado al restaurant del hotel estaba dedicado al pintor Henri Tolouse-Lautrec, quien en el año 2002 cumple un centenario de su fallecimiento, con reproducciones de algunos de sus cuadros, entre ellos el de una bailarina que está en un salón con un señor de frac y sombrero de copa.
Fue una lástima no haber aprovechado la pequeña piscina del hotel pues a los dos días se desató un violento norte que duró 24 horas en Marsella y que estoy seguro superó los 160 kilómetros por hora, pues las sillas que estaban en las terrazas de las habitaciones se estrellaban contra los muros y las puertas de las mismas y los árboles del jardín se inclinaban peligrosamente; ese día nos la pasamos encerrados en el hotel y sólo hicimos dos salidas para el restaurant, donde nos atendió solícita y amable la mesera negrita del Sudán, a la que le faltaban los dos incisivos superiores, lo cual le confería una infinita simpatía a su perenne sonrisa que nos brindaba siempre a Ana María y a mí.
Los horarios de servicio del restaurant en Francia son extraños para un mexicano; el negocio abre cuando uno no tiene hambre y cuando se está dispuesto a consumir algún alimento, es entonces cuando lo encuentra cerrado. Naturalmente que ya llegó la modernidad norteamericana con los establecimientos de comida rápida. Por los problemas de los horarios y de los hábitos dietéticos mexicanos, tuvimos necesidad de aprovisionarnos de alimentos en una pequeña tienda de abarrotes cuyo propietario es un tunecino, y sentarnos a desayunar 100 metros más abajo del negocio en una banca destinada a los pasajeros que esperaban el paso de una ruta local del autobús urbano marsellés, donde las personas nos miraban con extrañeza a mí y a Ana María consumiendo nuestro desayuno, más bien casi almuerzo. Los franceses son muy curiosos pero miran una sola vez a las personas en la calle y en los trenes; después ya no se ocupan de ellas.
Del embarcadero al Hotel la pendiente es muy pronunciada; llega uno con la lengua de fuera.
Marsella ha sido y es desde hace mucho tiempo el primer puerto en el Mediterráneo. La ciudad está escalonada lo que permite ser una atalaya privilegiada para contemplar su dársena. Su tráfico, como el de todas las ciudades antiguas es complicado, pero después de tres días de vivir en ella y caminarla le empieza uno a tomar sentido y a orientarse perfectamente.
Marsella es una de las ciudades más caras de Francia pues está en la Costa Azul, como se sabe, cerca de Niza y de Mónaco. Es una torre de babel pues hay multiplicidad de grupos étnicos con sus respectivos barrios de influencia lingüística y cultural diversa.
Nos agotó tanto Marsella y la huelga de todas las compañías de trenes que sin pensarlo dos veces pedí un taxi, fui a una agencia Air France a comprar los boletos para tomar un avión a Bordeaux. Sólo hicimos una hora y 15 minutos de vuelo frente al terror que ya me causaban los servicios parciales de trenes por la huelga, sus trasbordos, y encima de todo ello el arrastrar los pesados equipajes que para entonces ya habían aumentado unos kilos más con regalos para los amigos de Francia y de México, y para la familia en ambos países, y con la perspectiva de llegar a nuestro siguiente destino después de 10 o 15 horas de recorrido por tren, a punto del infarto; fue un decisión sabia tomar el avión pues la huelga ferroviaria estaba ya en todo su esplendor.
El propósito se cumplió. Me imaginé el tío Ricardo en el pasado, 79 años atrás.
Nuestra hija Ana María nos fue a recibir al Aeropuerto de Bordeaux; de ahí tomamos una Navette (autobús que da servicio de ida y vuelta aeropuerto-estación de trenes) hasta la Gare de Bordeaux Saint-James, y de ahí nos llevó una hora de recorrido en tren por la línea regional de la Aquitania hasta nuestro siguiente destino: Périgueaux, en la Dordogne, región del hombre prehistórico o primitivo: Lascaux, les Isiers; en fin, la tierra del hombre prehistórico o primitivo: Cromagnon.
A la muerte de Ricardo todo fue un desastre. Vino un primo hermano de él a recoger todas sus cosas. Todo el dinero invertido en “Gómez and Sloan, Inc., Importers of Vanilla Beans” se lo llevó el socio; eran millones de pesos. Ricardo estaba a punto de casarse con una hija de su socio. La rapiña se enseñoreó en sus bienes. Guardaba un equipaje en el hotel de Veracruz con joyas costosas antes de salir a Nueva York; cuando se supo de la tragedia, alguien robó sus pertenencias.
El 24 de febrero de 2002, el Señor Marcelino Ramos Hernández me hizo el favor de responder a mi solicitud de investigar en Alvarado, en donde entrevistó al señor Carlos Rosas Tiburcio de 94 años de edad en su domicilio de la calle Doctor Luis E. Ruiz, y quien recordaba datos sobre el naufragio pues contaba entonces con 14 años de edad. Rosas Tiburcio proporcionó los nombres del patrón del paileboat, Lauro Morales; del motorista Armando Lara, del barco “María de los Ángeles”. También le dijo al Profesor Marcelino que un sujeto de apellido Silva, originario de Paso Nacional, encontró un veliz con ropas masculinas. A otra persona de 97 años que pensaba entrevistar, la estaban sepultando ese día. El profesor Ramos Hernández también fue a la Capitanía de Puerto de Alvarado donde la persona encargada del archivo le dijo que iba a buscar en el archivo el acta correspondiente al naufragio. El profesor Ramos tiene actualmente su domicilio en Xalapa, en la calle de Raiceros 6, Fraccionamiento de Santa Rosa, con teléfono 8191135. Marcelino va a regresar a Alvarado el 19 de marzo a preguntar sobre el Acta de Naufragio del “María de los Ángeles”.
Todavía se conserva la gran casa que tenía Ricardo en la margen izquierda del río de Gutiérrez Zamora; en su interior están grabadas las letras iniciales de su nombre R. G. L (Ricardo Gómez Lafarja); en la actualidad es el Colegio “México” donde reciben educación los niños de Gutiérrez Zamora. En la parte superior del frente del edificio puede leerse su nombre en letras con altorrelieve: RICARDO GOMEZ L- Ahí estaba la sucursal. Cuando cerraba sus puertas todas las noches Ricardo cenaba con su madre cuando estaba en Gutiérrez Zamora. Durante muchos años fue el edificio más prominente de la localidad, con sus dos pisos y con una parte de vista al caudaloso río que atraviesa la ciudad.
El padre de Ricardo fue José Gómez Ríos, un español que vino a México y se introdujo en el floreciente mercado de la venta de la vainilla; Ricardo fue el heredero de ese emporio económico.
Ricardo tuvo un hermano de madre, cinco años mayor que él, llamado Tito Vázquez, cuyo padre había sido General porfirista. Fue fusilado en el cerro de Gutiérrez Zamora durante la Revolución mexicana, siendo Coronel de las fuerzas de Álvaro Obregón. De pequeños, ambos iban a la casa de la abuela Betzabé. Hoy día, mi prima Conchita Pérez lo refiere como Ricardito, por la expresión de afecto que le daba la abuela y que Conchita heredó, pues tampoco lo conoció.
El 16 de abril de 1932, la tía Wistana, entonces casada con Ernesto B. Arce compró el predio “Arroyo Grande”, camino del Ojite, a un lado de Gutiérrez Zamora, casi en plena zona urbana, por la cantidad de 100 pesos. La propiedad era de 21 hectáreas, 86 áreas y 50 metros cuadrados. Cuando mi padre la heredó le puso por nombre en honor a su primo, “San Ricardo”. La vendedora fue Teresa Bocardi viuda de Montini. Para el 1º de agosto de 1949 la tía Wistana era viuda de Arce y vivía en el rancho postrada en una silla de ruedas. Entonces, el Profesor Raymundo Pérez Reyes, a la sazón esposo de mi abuela paterna Betzabé, era su apoderado pues mi padre vivía en San Rafael. Ordenó Wistana al Profesor alquilar la casa número 48 de la Avenida Libertad en Gutiérrez Zamora a una Sociedad de Transportes que hacía el recorrido Gutiérrez Zamora a Papantla, por la cantidad de 90 pesos mensuales.
El Profesor Raymundo tuvo como hijos a Concepción, Raymundo Pablo (Tonche) y Eulalia, con mi abuela Betzabé Mata Ortiz.
El 19 de marzo (día de San José) del año 2002 se cumplen 80 años de su trágica desaparición, pero el tío Ricardo vive y fulgura intensamente en nuestros corazones, en los de aquéllos que lo conocieron y todavía están vivos para dar testimonio de él, y en la de todos aquéllos que nacimos después de su muerte pero que lo queremos. Su vida es ejemplo para todos nosotros; y es mayor porque dio su vida por salvar la vida de su prójimo.
La compañía naviera Ward Line que tenía varios barcos en operación desde Boston y New York hacia el puerto de Veracruz guardó un infausto silencio; no hubo ni siquiera un mensaje de condolencia o solidaridad. No sabemos por qué el periódico El Dictamen editado en el puerto de Veracruz guardó silencio. En ese momento había una sección de corresponsales, entre ellos uno de la Ciudad de Alvarado; el siguiente jueves se publicaron varias noticias locales pero no fue abordado el tema del naufragio. Considero que fue ocultada cualquier mínima noticia relacionada con el desastre naviero del paileboat “María de los Ángeles”; el motivo lo desconozco. Lo que ocupaba las primeras planas en titulares a ocho columnas era la noticia del movimiento izquierdista de Herón Proal, con todo y los muertos que había en refriegas políticas.
La única noticia que aparece en El Dictamen fue debida a una inserción pagada por la tía Wistana quien publicó una esquela del deceso del tío, pues en la página tres del citado periódico se puede leer en un 16avo. de plana lo siguiente:
“El día 21 a las 7:30 de la mañana se celebrará en la Iglesia del Santo Cristo una misa por el descanso del señor
RICARDO GÓMEZ RÍOS
Se le avisa a las amistades [ilegible] [¿que?] con piadoso [ilegible] [¿fervor rueguen a Dios Nuestro Señor. Lo pide su mamá?] que agradece su asistencia.
20 de marzo de 1922
Wistana L. vda. de Gómez”
(El Dictamen. Veracruz, Ver., Vol. XXIV, número 4868. Lunes 20 de marzo de 1922, pág. 3).
El reporte meteorológico firmado por O. Fernández de Castro, Jefe del Observatorio, había previsto fuertes vientos del norte desde el día 18 de marzo (El Dictamen, Volumen XXIV, número 4866, sábado 18 de marzo de 1922, página 2), al igual que en su reporte del 19 y había dicho que continuarían el 20 y 21 del mismo mes fuertes vientos del norte por la costa. Es más, calculó la velocidad del viento en 45 metros por segundo [¿162 kilómetros por hora?] el día previo (El Dictamen, Volumen XXIV, número 4866, domingo 19 de marzo de 1922). De tal manera que fue un viento norte desusadamente fuerte y prolongado. De hecho, ha de haber sido un violento huracán.
Hay más preguntas que respuestas en este caso. ¿No habrá podido entrar a la barra de Tecolutla el capitán del barco debido al fuerte oleaje? ¿Por qué no lo hizo en el puerto de Veracruz, con mejores instalaciones portuarias? ¿Por qué no se abortó el viaje desde el principio en Nueva York? ¿Cuál fue el curso del viaje? ¿Habrá tocado el puerto de La Habana como escala obligada y le quedaba más cerca Alvarado que el puerto de Veracruz?
El periódico no notificó la llegada del paileboat, porque su puerto de destino era Gutiérrez Zamora. Probablemente el “María de los Ángeles” era propiedad de Juan Capellini pues mi tía Eulalia Pérez Mata me confirmó en llamada telefónica del día 21 de febrero de 2002 que el destino del navío era Gutiérrez Zamora. Juan Capellini era el magnate naviero de Gutiérrez Zamora, pues el cocinero sobreviviente a la postre, se refería al tío como “don Ricardo”; es decir, lo conocía de tiempo atrás. Los paileboat eran barcos de carga y quizá los únicos pasajeros fueron el tío y el hermano del socio. El paileboat exportaba la vainilla del mercado regional hacia Nueva York.
Otros paileboat que había en Gutiérrez Zamora eran: “Rosa Virginia”, “Juan Fernando”, “Vicente Antonio”, propiedad de Juan Capellini.
El “Dore Emilia”, barco de 80 toneladas de Juan Capellini, encalló en un alfaque (bajo) frente al Alto Simón (nombre del cerro más alto de Alvarado), a un kilómetro al Oriente de la Barra de Alvarado. El “Dore Emilia” se quebró por la quilla y el barco se llenó de arena; cubría la ruta Alvarado-Campeche.Un carpintero de Tuxpan trabajó para el salvamento del barco en 1942 (Comunicación personal de Marcelino Ramos Hernández, domingo 10 de marzo de 2002).
Expresa Marcelino que es probable que la ruta del “María de los Ángeles” haya sido Nueva York – Nueva Orleans – Tecolutla – Gutiérrez Zamora.
El miércoles 6 de marzo de 2002 acudí al Archivo General del Registro Civil en el estado, donde su distinguido Director Rafael Valverde Elías dio instrucciones para localizar el acta de nacimiento del tío Ricardo de manera inmediata, ya que el trámite normal de búsqueda dura diez días hábiles para un documento de 1894, año posible del nacimiento del tío. Iban a buscar también en Gutiérrez Zamora.
Los esfuerzos de Rafael y su muy eficiente y profesional equipo de colaboradores me causó admiración y asombro, pues a las diez de la mañana del siguiente día, el 7 de marzo, sonó el teléfono de mi casa, contestándolo Ana María, para informarme a las once y media de la mañana que había llamado el Lic. Hugo Palmer para avisar que ya habían “barrido” diez años (de 1891 a 1897) del archivo y que me tenían preparado un documento oficial con los resultados de la acuciosa búsqueda de los archivos, donde no encontraron ningún registro del acta de nacimiento del tío Ricardo.
Quizá lo asentaron en Veracruz, o en el Consulado Español de Veracruz, o en alguna ciudad o pueblo de España de donde era originario el papá de Ricardo, que también se llamaba Ricardo (véase José Velasco Toro, 1989, p. 154). O quizá no lo asentaron en ningún lado pues en esa época no era costumbre obligada acudir al Registro Civil. O quizá por la naturaleza de los negocios de la familia, haya adoptado la ciudadanía americana, pues siempre se le citaba como Ricardo Gómez.
Me parece que siempre es tiempo de hacer justicia. Justicia sobre el profundo silencio que el pasado va imponiendo. Justicia sobre la memoria del tío Ricardo. Justicia sobre el desamparo en que dejó a miles de familias mexicanas que dependían de “Gómez & Sloan, Inc.”, en la comercialización de la vainilla planifolia, muchos de ellos indígenas totonacas de una extensa zona de la costa veracruzana. Descanso eterno para la tía Wistana que perdió a su amado hijo, sostén y pilar de su amor y su casa. Justicia para mi padre y para todos nosotros.
¿Cómo lograrlo?, quizá arrojando un poco de luz sobre esta parte de la historia, pues la vida de cada ser humano es un libro.

winfer46@hotmail.com winfield_capitainefernando@yahoo.es

El viernes 15 de marzo de 2002 fui con Ana María a la Capitanía de Puerto de Tecolutla, con el interés de investigar sobre los Despachos de las embarcaciones y donde nos atendió Evaristo Loyoa Rivera, Oficial de Resguardo Marítimo Federal. Dijo que la Capitanía de Puerto estuvo en Gutiérrez Zamora, y que desde hace 10 años pasó a Tecolutla. Todos los archivos de Despacho, apolillados, los enviaron a Xalapa al Centro SCT por lo que pueden ser consultados los registros históricos; también nos atendió Irma Elizabeth Galván Tejada, Oficial Administrativo, y Félix García Santiago, Oficial de Resguardo Marítimo Federal. Nuestra presencia fue registrada en la Bitácora
Pepe Álvarez (Calle Miguel Hidalgo 53, Tecolutla) conoce la historia del Paileboat “María de los Ángeles”, al igual que “Chapa” Guerra, quien vive en el Hotel Chariguens (frente a la fábrica de hielo). Según José Luis Lihaut Rivera (Tecolutla). 01 766 84 218, Juan Capellini era el dueño del barco, que venía de Nueva York.
Narno Capellini fue hijo de Juan Capellini y tuvo un hermano de nombre Juan.
Apunta Chagoya Cárcamo que “las aguas del río Tecolutla permitían el arribo de vapores que llegaban frente al Hotel Continental, hoy Colegio México, y que en El Dictamen de fecha 11 de febrero de 1913, se publicó un anuncio sobre el movimiento de vapores de la Compañía Zamorense, S. A., para el mes de febrero de 1913. Vapores como el Ramón Corral y Libertad, cubrían las rutas de Tampico, Veracruz, Tuxpan, Nautla, Tlacotalpan, Progreso y Gutiérrez Zamora”(p. 129).
“Para 1913, los pailebots sólo podían subir hasta el puerto de Gutiérrez Zamora, en una distancia aproximada de 12 kilómetros y ésta era la extensión para la navegación fluvial o sea desde la barra [de Tecolutla] hasta Gutiérrez Zamora, en embarcaciones de menos de cuatro pies de calado (p. 130).
El 19 de marzo de 2002 el Padre Margarito de la Parroquia Emperatriz de América, ubicada en la Avenida Las Américas ofició una misa, en memoria del Tío Ricardo y de otras almas. En los cánticos, repetíamos los fieles:
“Su descendencia perdurará eternamente”. Dijo Margarito que José significa “El añadido”, el último hijo de Jacob. José y María eran de Nazareth, descendientes de David (de Betania). Jesús tenía entre 14 y 17 años cuando murió José, según los Evangelios Apócrifos. Jesús fue conocido como Jesús de Nazareth; Jesús, el hijo del carpintero. Jesús se tuvo que hacer cargo de la carpintería para sacar adelante a su madre. Treinta años se crió en esa familia y tres años fueron de apóstol. También dijo el Sacerdote que José es el “Patrono de la Buena Muerte”.

AGRADECIMIENTOS
Allyn Celestina Winfield Capitaine
Ana María Reyes Escobar de Winfield
Ana María Winfield Reyes
Ángel J. Hermida Ruiz
Concepción Pérez-Reyes [Herrera] (Prima Conchita)
Concepción Pérez-Reyes [Mata] (Tía Concha)
Eulalia Pérez-Reyes [Mata] (Tía Lala)
Fernando Noel Winfield Reyes
Hugo Palmer (Registro Civil del Estado)
Ing. de la Biblioteca del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana.
Israel Almeida Winfield
Ivonne Rojas (Registro Civil del Estado)
José Álvarez (Tecolutla) 01 766 84 60394Casa; 01 766 84 60452 Fábrica Hielo “Don Pepe”
José Luis Lihaut Rivera (Tecolutla). 01 766 84 218
Joyce Linda Winfield Capitaine
Marcelino Ramos Hernández
Mario Luis Fogilia Yrisson
Rafael Valverde Elías
Yolanda Castañeda Hernández




BIBLIOGRAFÍA

Chagoya Cárcamo, Fernando. Retablos de mi pueblo. De Cuauhtlan a Gutiérrez Zamora. Xalapa, Ver. Gobierno del Estado de Veracruz, 1999.
Velasco Toro, José. “La política desamortizadora y sus efectos en la región de Papantla, Veracruz”. En: La Palabra y el Hombre. Universidad Veracruzana.. Xalapa, Veracruz, México (72):137-161, octubre-diciembre de 1989.

Friday, November 03, 2006

TODOS SANTOS

Fernando Winfield Capitaine

El Todos Santos constituye una conmemoración de los Fieles Difuntos, desarrollada por la Iglesia Católica, pero que se ha fundido con tradiciones locales indígenas, vinculadas con la celebración de la cosecha del maíz.
Hay todo un calendario ritual en que se celebra a los distintos tipos de personas o de circunstancias en que han fallecido. Posee la particularidad de que el punto
de inicio de las distintas etapas de la celebración es a las 12 horas, siguiendo la vieja concepción indígena de marcar los días a dicha hora y no a la medianoche.
Inicia con el 28 de octubre en que se conmemora a los asesinados, encendiendo una lámpara de aceite o una veladora, y un vaso de agua.
Con semejante ofrenda a la anterior, conmemoran a todos aquéllos que fallecieron ahogados el 29 de octubre.
A los que fallecieron al nacer y que están en el limbo, se les celebra con agua bendita y una vela o veladora, el día 30.
El 31 de octubre es el día de los chiquitos. Se les hace una ofrenda de dulces, frutas, tamales de dulce, dulce de jamoncillo en figuritas, velitas o veladoras y vasos de agua de sabores. Se emplean como adorno canastitas elaboradas con papel picado para las niñas y pequeños huacales para los niños, en donde se contiene la ofrenda de alimentos dulces, a excepción de los tamales.
Para el 1 de noviembre se levanta la ofrenda de los pequeños, colocándose la ofrenda de los mayores. Esta consiste en tamales, chocolate, pan, mole de guajolote o gallina, poniendo especial énfasis en todo aquello que le gustaba al difunto: licor, tabaco, y guisos especiales, como dulce de calabaza, alfajor, dulce de guayaba.
El 2 de noviembre se levanta la ofrenda a las 12 del día y se intercambian los alimentos con los amigos y los parientes. Se visitan las tumbas, se riegan con agua bendita y se decoran con flores y coronas elaboradas de papel.
El día del ánima sola es celebrado el día 3; debiéndose recoger la ofrenda, manteles de papel picado, flores y adornos, todo a las 12 del mismo día.

Thursday, November 02, 2006

GUADALUPE CASTAÑÓN

Por Fernando Winfield Capitaine

Agradezco a Francisco Morosini Cordero la oportunidad de compartir esta mesa con mi Maestro de la Facultad de Antropología, Carlo Antonio Castro Guevara, y con mi colega de los estudios afro mexicanos Guadalupe Castañón González, autora del libro PUNICIÓN Y REBELDÍA DE LOS NEGROS EN LA NUEVA ESPAÑA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII, editado por el Instituto Veracruzano de la Cultura, a cargo de Leticia Perlasca Núñez.
Agradezco al estimado público, su asistencia en este acto, pues sin Ustedes, esta presentación no tendría ningún sentido práctico.
También, a Guadalupe Castañón, por las referencias a algunos de mis trabajos sobre la esclavitud en Veracruz en su libro.
Me emocionó saber que por fin le publicaron su libro a Castañón, después de once años transcurridos desde que ganó el PREMIO GONZALO AGUIRRE BELTRÁN, en una época que se sometía a concurso y al que todos los interesados tenían la posibilidad de ganarlo. Lamentablemente, desde hace varios años el premio se da a personajes relevantes del mundo intelectual pero que no tiene nada que ver su actividad y su obra con el mundo de los descendientes de los esclavos coloniales afro mexicanos, salvo contadas excepciones. Que yo recuerde, la última vez que se abrió el concurso fue en 1994 pero ni siquiera hubo un acuse de recibo por los trabajos elaborados meticulosamente por sus participantes. Quizá ahora sea más cómodo el método del “dedazo”, a fin de evitar esfuerzos.
El trabajo de Castañón está dividido en dos grandes partes, indicadas en el propio título, la punición o castigo, y la rebeldía de los negros. La primera de ellas está excelentemente trazada con el corpus legislativo de la época, mismo que se fue construyendo conforme aparecían las necesidades de represión a las minorías negras. La segunda parte o rebeldía da cuenta de algunos movimientos significativos o revueltas que se sucedieron a lo largo del transcurrir el tiempo del periodo colonial de la Nueva España. Es decir, de los movimientos más significativos que registró la historia.
La obra está integrada por cinco capítulos, a saber: 1) Los caminos de la esclavitud donde se trazan las rutas del comercio esclavo. 2) Transculturación del negro africano, tomando como modelo el concepto de Fernando Ortiz, (aunque yo prefiero el concepto más fino de Gonzalo Aguirre Beltrán propuesto en 1957, aculturación), y efectuando un análisis de los cambios culturales y los procesos de adaptación del negro africano. 3) Legislación negra, que abarca los cuerpos legislativos de mayor relevancia en el periodo colonial americano. 4) El capítulo cuatro Negros y mulatos en la Inquisición, se ocupa de algunos de los miles de casos que siempre fascinarán, pues están inscritos en la visión del mundo que impuso El Tribunal del Santo Oficio, para control de la conducta social; aquí se listan, por ejemplo, algunos casos:
“raspaduras de uñas para el amor”, “polvos amarillos y de gusanos para amansar a los hombres”, “peyote para descubrir a los ladrones y sangre de murciélago”, “por matar a Juan Mixteco, pringado con miel hirviendo”.
5) El último Capítulo, el 5, se ocupa de El cimarronaje en la Nueva España, que indudablemente es el capítulo que mayores aportaciones hace la autora en cuanto a la interpretación de este fenómeno tan complejo y que sacudió en sus cimientos el statu quo colonial. Naturalmente que nos hubiera agradado que lo hiciera más amplio, pero ello significaría otro libro. No obstante, menciono que de entre las varias revueltas significativas de la Nueva España, falta apuntar la de la Hacienda de Palmillas en el actual municipio de Yanga, en el año de 1808 y que fue sofocada por tropas del Virrey Iturrigaray. Y aunque el libro se constriñe a los siglos XVI y XVII, debió de haberse mencionado la gran revuelta de 1735 que nació en el Trapiche de Mesa, en San Juan de la Punta, el 24 de junio, día de San Juan Bautista, pues se hace referencia en el castigo a que se hicieron acreedores en 1737 algunos de los esclavos (véase mi artículo aparecido en el número 50 de La Palabra y el Hombre. Revista de la Universidad Veracruzana). Más datos en mi libro agotado Los Cimarrones de Mazateopan, publicado en 1992 por el Gobierno del Estado de Veracruz.
Bien dice Castañón que hay que seguir revisando la historia en cuanto a la saga del Yanga, pues la mayoría de los textos hacen referencia que fue un éxito de los españoles la capitulación de los negros, con la excepción citada de Nicolás Ngu-Mve-Ngu, al cual habría que escribir apropiadamente su nombre, y no Nicolás Ngou-Mue, el cual por cierto no está citado en la Bibliografía, pues aparece sólo como nota 43 en la página 123, y que publicó un texto en 1997.
Escribe Nicolás, mi maestro en 1981 de su idioma Fan, y originario del Gabón:
“Centros de reproducción de una cultura africana libre de todo control, símbolos de la resistencia anticolonial, los palenques y los cimarrones llegaron a una fama verdaderamente mítica cuando llegaron a imponer sus deseos a la administración colonial, a raíz de una guerra agotadora. Este caso se dio en México, cuando un grupo de rebeldes capitaneados por un africano llamado «Yanga» impuso a los españoles las condiciones de su rendición. Este caso nos ofrece la oportunidad de observar concretamente el carácter desafiante del cimarronaje, su carácter de modelo, y por fin su carácter de lugar de expresión de la cultura africana en América.”
Hasta aquí la cita de Nicolás. Como antropólogo me gustaría precisar que los palenques, al menos en México, tienen además un fuerte sustrato cultural indígena, pues a pesar de las prohibiciones legales españolas, indios y negros interactuaron no sólo biológica sino culturalmente, es decir, no hay una cultura africana “pura” sino un producto cultural debido a las interacciones con lo indio, e incluso con lo hispano. Al respecto puede verse mi trabajo intitulado “Población rural en Córdoba, 1788”, publicado en el número 30 de La Palabra y el Hombre. Xalapa, correspondiente a abril-junio de 1979, basado en un documento colonial que nueve años más tarde (en 1988) retomaría y publicaría Naveda en las Jornadas de Homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrán y en otro texto del mismo año de 1987.
Mis trabajos de campo en comunidades negras de la zona Actopan, Coyolillo (en 1970 y 1971), de Córdoba, como Mata Clara (en 1975 y 1977), de Naolinco (1964 y 1979), Almolonga, también me han demostrado la interacción cultural de los negros con la población indígena. En fin, como dice Castañón, el de Yanga es un caso abierto digno de seguir siendo estudiado. Hay que decir que el hijo de Ñanga, Gaspar, siguió con el control político del poblado años más tarde (1641), como lo puse de manifiesto en un documento que localicé en el Archivo Notarial de Orizaba y que presenté en una reunión de la Sociedad de Afro Mexicanistas en la ciudad de México; es decir, los negros siguieron protegiendo a los esclavos fugitivos a lo largo de todo el periodo colonial.
Pero esto es sólo pecatta minuta, pues la edición está pulcramente trabajada por Christopher Barrera Ortega, Ramón Moreno Alvarado, Roberto Sánchez, Carlos Manuel Cruz Meza, Fernando Ruiz Granados y la autora. Como se sabe, no hay libro perfecto. Habría que poner en mayúsculas iniciales Nueva España por ser nombre propio (pág. 150).
Los autores citados en la nota 5 de la página 62 no están en la Bibliografía, lo mismo sucede con varios autores más, como Roland Mousnier (p. 42), Ernest J. Goorlich (p. 68), Tomas Gage (p. 75); cambiar las palabras cocha por coche (p. 90), y saca por casa (p. 92). Habría que poner el año de 1974 a la segunda ficha bibliográfica de Javier Malagón Barceló (p. 139). La ficha correcta del trabajo “Comercio de esclavos en la Jurisdicción de Xalapa durante el siglo XVIII” es: Actas del XLI Congreso Internacional de Americanistas, Tomo II: También en:.‑‑‑‑ Presencia Educativa. México, D. F. Secretaría de Educación Pública (2):35‑42, julio de 1975.
. Además, en la Sección Documentos de Archivo, poner en orden alfabético Actas de Cabildo, especificando de cuál Cabildo se trata.
Felicito a Guadalupe Castañón González por escribir en una prosa tan sencilla y elegante, esperando que continúe en este surco tan fértil como lo es la investigación de la población negra en la Nueva España.
Fernando Winfield Capitaine 3 de octubre de 2002.
winfer46@hotmail.com