
Por Fernando Winfield Capitaine
En estos días de intensas lluvias vino a mi mente la sociedad del hombre de Crogmanon en Francia.
El primer contacto intelectual con este hombre tuvo lugar en 1964, en los cursos de Prehistoria en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana. La maestra, doctora Hangert, precisamente Doctora en Prehistoria nos dio dos excelentes cursos semestrales sobre ese mundo fascinante de miles de años atrás.
Aparte de su especialización en Prehistoria, la doctora Hangert manejaba excelentemente la materia de religiones. Su maestro, de apellido Jensen en Alemania, era de la corriente de la Fenomenología un sabio alemán en Colonia, por lo que ella tuvo un soporte teórico envidiable que le permitió tener una visión amplia de este fenómeno cultural. Incluso, a Jensen le fue publicado un libro por parte del Fondo de Cultura Económica en México.
Durante la II Guerra Mundial, por las condiciones de escasez en el movimiento armado, su dieta consistía básicamente de sopa de cebolla, por lo que cuando vino a México a trabajar, una de sus obsesiones era tener la despensa bien llena, la cual nos mostraba llena de orgullo a nosotros.
Fue una gran Maestra pues fue ella la que por primera vez nos mandó al campo y publicó en un libro colectivo como editora de nuestras prácticas y trabajos de campo. Producto de estas experiencias fue el libro Medicina Tradicional en Naolinco, en una edición mimeografiada.
El mito de Hainuwelle de Oceanía se nos grabó en la mente. Es sobre un sacrificio tradicional de los pueblos cultivadores consistente en sepultar viva a una mujer, dejándole solo asomar la cabeza para luego ser decapitada. Este mito es la prueba más fehaciente de que los pueblos cultivadores practican el sacrificio humano, mientras los pastores no.
La Prehistoria se divide en Paleolítico, Mesolítico y Neolítico en base al trabajo de la piedra. Es en el Neolítico cuando ya se cultivvan las plantas. En consecuencia es en esta época en la cual se inician los sacrificios humanos.
Hay que recordar en la Biblia Jehová ordenó a Caín y a Abel que le hicieran ofrendas. Abel ofeció plantas al Señor, mientras que Caín sacrificó animales, por lo que a Dios no le agradó la ofrenda de Caín por lo que este fue uno de los motivos fundamentales para asesinar a su hermano.
También el culto al oso entre los ainus, pueblos del norte de Japón, durante el cual se pedía perdón ante el cadáver de un oso por haberlo matado, dándole a comer y beber con un levanta bigotes ceremonial; y la maestra decía para reforzar su plática “y entonces el ositooo…”
Otro concepto más que aprendimos fue el del Señor del Monte, o Señor de los animales. Hay una pieza olmeca o post olmeca que Medellín se trajo del sur de Veracruz, y que bautizó precisamente como “El Dueño del Monte”. Es la idea entre los pueblos cazadores de que los animales tienen un dueño al que hay que pedirle permiso para cazar los animales.
Alrededor de la cacería de animales hay una serie de ceremonias previas que garantizan el éxito en la misión; por ejemplo, entre los popolucas es importante la abstinencia sexual por varios días anteriores a la expedición.
En 2001 fuimos a Francia mi esposa y yo como parte de una gira por varios países europeos. Tuvimos la oportunidad de visitar Cromagnon, un sitio con cuevas desde donde se despliega una vista maravillosa y la ruta serpenteante de un río. Ahí, el hombre de Cromagnon se cubría de la lluvia y del crudo invierno en sus cálidas cuevas.
Recuerdo que entre los compañeros de clase estaban Jesús Morales Fernández (q.e.p.d.), Francisco Beverido Pereau (q.e.p.d.), Enrica Molinai, Ana María Reyes Escobar (mi esposa), Violleta Martí Yáñez, Margarita Contreras, Eliel Fita (actualmente Magistrado Federal), David Navarro, de la Rosa y otros colegas más.
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