Saturday, December 09, 2006

SEMBLANZA CARLOS OKHUYSEN DELEZE

Sábado, 09 de Diciembre de 2006

En este 2006 que está por terminar, un propósito desde hace meses (fue al visitar su tumba el 11 de septiembre) ha sido el escribir una semblanza sobre mi maestro de Piano, Carlos Okhuysen Deleze, en el centenario de su nacimiento. ¿Qué más puedo hacer en signo de gratitud a quien desde los 7 años de edad me inició en el difícil arte de tocar un instrumento muy complejo; quizá el más complejo de todos los referentes a la música? Dicen que el cello se parece a la voz humana, pero el piano, señores, es un instrumento de percusión muy rudo.
Tantas semblanzas que he escrito me hizo suponer que redactar esta sería un asunto muy fácil. Pero no ha sido así, ante la falta de documentación en el archivo de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, de la cual Carlos fue Director en el entonces llamado Conservatorio. Sólo entretejiendo recuerdos personales con los de otras personas que lo tratamos de cerca y durante muchos años, será posible trazar un boceto sobre él.
Pero el día de hoy 9 de Diciembre de 2006 he recibido noticias alentadoras. Se comunicó conmigo Guadalupe López Pérez proponiéndome que nos reunamos con Charito Lomán, y sobre la plática irán saliendo gasas de información para formar un colorido velo sobre su vida truncada en 1969; es decir, falleció a los 63 años de edad.
Recuerdo a una Rosario Lomán compungida de tristeza y llanto que me pasa en el mes de mayo de 1969 unas cuartillas preparadas por ella y escritas a máquina para que yo las leyese en el acto solemne que hicimos para despedir su cuerpo en el vestíbulo principal del Conservatorio de la calle Sebastián Camacho. Me armé de entereza y leí su mensaje que era la despedida que le hacíamos los alumnos al Maestro.
Ni que decir que el vestíbulo del Conservatorio estaba lleno, y ahí, su ataúd, a mitad del espacio para recibir su despedida.
Apenas el año anterior (1968) recibí mis últimas clases con él, haciendo un esfuerzo grande pues ya estaba casado y con mucho trabajo, haciendo mi tesis de maestría, y soportado el gas lacrimógeno en la calle de Lucio en Xalapa, por el movimiento del 68.
Recuerdo como si fuera ayer, una lluviosa y fría tarde de invierno en el mes de febrero de 1954, en que mi padre, halándome de la mano me llevó al Conservatorio. Después dec una larga espera nos recibió el Director del Conservatorio, el Maestro Carlos Okhuysen Deleze. En resumidas cuentas le dijo a mi padre que yo no tenía manos de pianista (pues eran muy pequeñas) y cómo no, con 7 años de edad; que ya tenía el cupo lleno; por fin me preguntó que porque no estudiaba violín, a lo que le contesté que las notas agudas del violín no las soportaba; el salón de piano tenía una ventana pegada a la calle de Sebastián Camacho; era el anexo de la Dirección. A mucho rogar me aceptó como su alumno.
Pero había un problema, en casa no teníamos piano por lo que mi padre rentó uno propiedad de Tinita la vecina. Mi madre hizo economías y un día nos dio la sorpresa: había comprado una pianola convertida a piano en 2 mil pesos de aquellos; por fin en 1961 estrené un piano alemán al que no le gustó al maestro pues dijo que tenía el teclado muy suave. Era un Förster comprado en la Casa Verkamp de México. Un día al llegar de mis clases de 3º. de Secundaria me llevé la sorpresa del piano en casa junto con su correspondiente embalaje de madera los cuales tuvieron que subir al 2º. piso del departamento donde vivíamos: Allende 93 y luego, 133. Todavía lo conservo esperando un golpe de dinero para arreglarlo completamente, después de varias experiencias fallidas de afinadores que incluso me robaron dinero; se iban con los entorchados pagados y nunca tuve noticia alguna más ni de mis entorchados ni de mi dinero. Los entorchados son las cuerdas rotas que se tenían que llevar para fabricarlas a su calibre.
O enseñas piano o eres un ejecutante. Esto lo sabe cualquiera. El tiempo lo dedicas a una u otra actividad. Pero en el Maestro renació el deseo de hacer ejecuciones públicas y todavía recuerdo cuando interpretó el Concierto para la Mano Izquierda, en honor a un soldado que había perdido la mano derecha en la Primera Guerra Mundial. Fue en el antiguo Teatro Lerdo, ubicado en la calle actual de Altamirano, hoy derruido y que sirve de un gigantesco estacionamiento en el corazón de la ciudad. Lo acompañó la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Ahh, cómo fueron a derruir ese famoso Teatro Lerdo, pleno de evocaciones para todos los xalapeños, pues inclusive era cine de 3 categorías: Luneta, Palcos y Galería o gayola bautizada popularmente.
También, Okhuysen asistió a un curso de perfeccionamiento pianístico, impartido por el gran pianista francés Bernard Flavigny quien se ocupó de atraer la música de los impresionistas franceses, tales como Debussy, Fauré, Rameau y otros más. Ello fue en el Paraninfo del Colegio Preparatorio.
Sabemos que nació en Guadalajara, y antes de la Segunda Guerra Mundial fue a perfeccionarse a Francia pero creo que por la guerra tuvo que regresar a México. Su maestro fue Phillipe quien fue discípulo de Czerny; y este a su vez de Ludwig van Beethoven, por lo que orgullosos sus alumnos nos sentimos alumnos de Beethoven, el genio de Bonn, por 4ª generación.
El Maestro siempre vistió muy pulcro con unos zapatos pesados tipo Bostoniano. Nunca dejaba el cigarrillo; se colocaba a la izquierda del teclado, y en la parte superior del piano ponía su cenicero, dejando que se consumieran totalmente los cerillos de madera con los cuales encendía sus cigarrillos. De hecho, pocas veces aspiraba el humo de tan ocupado que estaba corrigiéndome la ejecución.
Siempre fue muy severo en la enseñanza; sólo en contadas ocasiones se echaba unos chascarrrillos a costa de uno. Por ejemplo, cuando un día me preguntó de dónde era y le dije que de El Mentidero, contestó: “Ahh, de donde son los mentirosos”. Un día y cansado de la boma, le expliqué que Mentidero significaba “lugar donde se reúne la gente a conversar”. A partir de entonces ya no me hizo el comentario.
Se ponía muy nervioso cuando a alguno de sus alumnos nos tocaba pasar a tocar el piano en el fin de año por lo que se celebraban recitales en el Colegio Preparatorio. Andaba por el pasillo fumando. Pocas veces felicitaba a uno aunque a otras personas les hacía comentarios sobre nuestros avances en la ejecución pianística.